»LIMONOW«


von
Emmanuel Carrère



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«El poeta ruso prefiere a los negrazos»

Reseña literaria de LIMÓNOV de Emmanuel Carrère (1) de (4)

Nuno Cobre

Sabía que me iba a gustar este libro y por eso no acababa de empezar a leerlo. Como buen sufridor absurdo, prefería por el contrario leer obras más pesadas, más complejas, creyendo ridículamente que hay primero que leer esos libros difíciles para curtirse en la «buena literatura» y luego ya sí, disfrutar con libros «más fáciles»; método que le hace a uno entrar en una espiral infinita donde sólo acaba profesando odio por la literatura.

Pero llegó un día que me mentalicé para leer lo que realmente me apetecía, ese día donde por fin me dejé llevar por la literatura. Entonces fue cuando agarré ese libro que me pedía el cuerpo: Limónov. A partir de ahí, me sumergí en la lectura frenética de esta biografía que Emmanuel Carrère le dedica al singular escritor ruso: un libro que se deja leer desde la primera hasta la última página.

La inmersión de Carrère en un personaje ruso (aunque Limónov es originario de Ucrania) encuentra su coherencia en las raíces eslavas del polifacético escritor parisino cuyos abuelos por parte de madre eran rusos que habían huido a Francia después de la Revolución rusa de 1917. Su madre además es una sovietóloga consumada. Por ello no fue complicado que Carrère diera con Limónov, al que descubrió en su juventud entre una pila de libros sobre el asunto soviético que su madre tenía en algún lado de su casa.

Carrère avistó un libro que llevaba por título El poeta ruso prefiere a los negrazos que su madre calificó, como «pornográfico y aburrido». Carrère se llevó el libro de todos modos, le gustó mucho y a partir de ahí empezó a seguir a este peculiar escritor hasta el punto de acabar escribiendo esta «biografía» o experimento.

Y es que sería muy difícil asignar un género a esta obra. Sí, se podría decir que es una biografía, pero como que tampoco. Al final lo que tenemos es como decía Unamuno, «una nivola«, que viene a ser una mezcla de todo en la que cabe también ese género denominado «nuevo periodismo».

De modo que a lo largo de casi cuatrocientas páginas, el artista francés bucea en la vida de este rara avis fruto del matrimonio de un militar gris del régimen soviético y una mujer normal. Eduard Limónov (cuyo verdadero apellido es Savienko) estaba destinado a tener una de esas vidas tristes rusas marcadas por el alcohol, la miseria y la ausencia de future. Sin embargo, Eduard era distinto: se negaba a tener una de esas vidas malogradas y desde muy joven se siente destinado a hacer algo especial, diferente, histórico. Es así como en su juventud ucraniana en Sáltov y Járkov descubre la literatura, la poesía como el mejor instrumento para destacar. De joven también decide ponerse del lado de los «malos» al darse cuenta de que estos tenían poder, chicas e influencia. Es así como deja de admirar a su padre, al que acaba considerando como un militarucho corriente. Durante este periodo Limónov siente también que no tiene nada que ver con los escritores clásicos rusos, ni siquiera con aquellos que lideran la disidencia tales como el poeta Brodski al que considera un farsante o al tenaz Aleksandr Solzhenitsyn que lo aburre soberanamente. Limónov es moderno, radical y decide ir por otro camino.

Por ello no es extraño que frecuente a grupos de intelectualuchos, medio culturetas, medio delincuentes que deambulan por Sáltov y Járkov. En esta época también comienza a salir con Anna, una desequilibrada judía que lidera estos grupos de debate entre perdedores. Limónov se niega a trabajar en los oficios tradicionales de entonces, donde la mayoría acababa en fábricas y como por arte de magia, descubre que se le da bien la sastrería, oficio que le ayudará a sobrevivir. Pronto Sáltov y Járkov, ciudades donde transcurre su niñez se le quedarán pequeñas y decide marcharse a Moscúcon Anna.

En la capital de la Unión Soviética entrará en contacto también con grupos de intelectuales, pero pronto le decepcionan ya que están organizados alrededor de la figura de poetas ególatras que apenas dan oportunidades a las jóvenes promesas. A pesar de ello, poco a poco Limónov se irá abriendo su propio camino, desarrollando su poesía y saliendo económicamente adelante como puede gracias a los ingresos que el oficio de sastre también le proporciona en Moscú. El joven Limónov no tarda en abandonar a la vieja Anna por una chica mucho más joven y atractiva, Elena, una joven que también «quiere comerse el mundo». Entretanto, los progresos literarios de Limónov aún son poco significativos. Al final Moscú también le acaba aburriendo y además el régimen soviético lo está empezando a seguir. Así que al cabo de un tiempo se marchará con Elena a Nueva York en busca de aventuras verdaderas.

Limónov esperaba que Nueva York fuera una ciudad mágica, llena de milagros, pero lo que se encontrará será una urbe muy dura y cruel. Sin apenas dinero, se arrastrará por la ciudad casi como un mendigo. Para más inri, la moderna e inquieta Elena lo acabará abandonando por un fotógrafo francés con ínfulas de gran artista y que en realidad es otro perdedor más.

La propia Elena también sufre la dureza de la ciudad y empieza a dudar de su belleza y de su valor, lo que le hará introducirse en ambientes turbios y viciosos.

Todo es duro en Nueva York, aunque curiosamente la vida de Limónov en esta ciudad había resultado esperanzadora al principio, cuando frecuenta a las élites intelectuales y entra en contacto con otros rusos en el exilio; pero pronto se siente completamente desubicado. Por ejemplo, conoce al poetaBrodsky que le saca completamente de quicio debido a su juego de falso compatriota ayudador que en el fondo (como es lógico por otro lado) no quiere que le retiren del trono duramente conquistado y menos un paleto ucraniano. De modo que Limónov no tarda en desligarse de toda esta intelectualidad, teniendo que buscarse la vida casi como un pordiosero. Vive en hoteles de mala muerte, tratará de juntarse con movimientos de izquierda marginales e intenta salir adelante con el subsidio que reciben los desempleados en Estados Unidos. Colaborará también con un periódico de viejos rusos que lo aburre muchísimo debido a la línea tibia y predecible del mismo. Mientras tanto escribirá de manera frenética todo lo que le está pasando, incluido su viaje a la homosexualidad donde un negro le dará por el culo. Todo ello lo irá reflejando en su obra.

«Las Palmeras Mienten», 02.06.2016


«Iros todos a tomar por culo»

Reseña literaria de LIMÓNOV de Emmanuel Carrère (2) de (4)

Nuno Cobre

A pesar de los palos que recibe, los sueños de Limónov de convertirse en célebre permanecen intactos y se reavivarán cuando en un cóctel que tiene lugar en una mansión, conocerá a Linda que vendrá a ser el ama de llaves. Por un tiempo, Eduard pensaba que se había ligado a una rica heredera y le decepciona bastante descubrir que en realidad se trata de la sirvienta. Linda es más bien fea, realmente no le gusta, pero le da calor y compañía en una ciudad despiadada. Pero el ama de llaves acabará dejándolo también por un garrulo norteamericano. Limónov vuelve a estar solo y además sus intentos de que algún editor le publique uno de los libros que ya ha terminado, resultan un fracaso principalmente debido a la violencia y agresividad de éstos («iros todos a tomar por culo», reza el último párrafo de su primer libro). Pero no todo es mala suerte. Resulta que Limónov le caía bien al dueño de la mansión, Steve, que viene a ser el jefe de Linda y por un tiempo puede seguir trabajando en la casa. Además, gracias al propio Steve conseguirá tener más contactos en el mundo editorial.

Cansado al cabo de un tiempo de la experiencia neoyorquina, acabará recalando en París. En la ciudad de la luz se busca la vida como lleva haciendo desde siempre. Sus ganas de pertenecer a alguna banda, hace que acabe formando parte de un grupo de escritores malditos franceses que acepta tanto a miembros de la extrema derecha como de la izquierda radical. De lo que se trata es de ser extremo, tremendamente apasionado, polémico.

Jean-Édern Hallier, el líder de estos escritores malditos, le publicará por fin un libro al que decide titular polémicamente, El poeta ruso prefiere a los negrazos, aprovechando el tirón mediático que los devaneos sexuales de Limónov podrían tener. Es así como poco a poco Limónov se irá ganando la vida como escritor, aunque sus ingresos son muy bajos, obligándolo a seguir llevando una vida humilde.

La nueva mujer de su vida se llama Natasha, de nuevo una mujer muy atractiva como Elena, pero también como ésta acuciada por una personalidad voluble que la conduce irremediablemente al alcoholismo y también a la ninfomanía.

Al mismo tiempo, Limónov se interesa cada vez más por la política y concretamente por la de su país. Rusia y todo el mundo vive tiempos revueltos con la aparición en escena de Gorbachov y la subsiguiente caída del bloque socialista. En una de sus visitas a Rusia, Limónov ve de primera mano lo que está pasando en el país, el surgimiento de las mafias criminales, los nuevos ricos que surgen al calor del dinero negro del petróleo. Es por ello que no tarda en sentir asco por el nuevo orden establecido. A pesar de que Limónov no era simpatizante del régimen soviético (al menos de manera explícita) la nueva situación «capitalista» no le gusta nada y siente que prefería el anterior régimen, el imperio, e incluso a Stalin.

Limónov quiere hacer algo, lo que sea, y de pronto se involucra en las Guerras de las Balcanes que han estallado durante esas fechas. Como era de esperar, se decanta del lado serbio y acepta una invitación a visitar una Vukovar en ruinas después de presentar uno de sus libros en Belgrado. La experiencia resulta ser fascinante. En otro momento, acompaña al frente serbio en las montañas que rodean Sarajevo. Se trata de un frente comandado por Radovan Karadzic. Todo ello aparecerá más tarde en el documental Serbian Epics. En medio de la visita a las montañas, a Limónov le invitan a utilizar una ametralladora que apunta a Sarajevo. Limónov no se lo piensa dos veces y dispara repetidas veces. Hay un antes y un después de esa imagen. En París, donde estaba muy mimado por todos esos intelectuales encantados de tener un gamberro y un aventurero entre sus filas, lo empiezan a ver como un criminal. Con el tiempo, circularán varias versiones sobre el acto en cuestión. Al parecer y según por ejemplo el propio Carrère, la toma está manipulada por el director Pawel Pawlikowski, que hace creer de manera deliberada que Sarajevo estaba más cerca de lo que en realidad se encontraba. El propio Limónov dice que disparó al vacío y que su intención nunca fue apuntar a personas.

A pesar de todo, Limónov volverá a los Balcanes y esta vez se aproximará incluso más al frente de batalla, concretamente a la república serbia de Krajina. Por ahí se encuentra con su amigo Arkan, conocido criminal serbio que acabará siendo asesinado unos años después. Poco después, el periplo de Limónov en los Balcanes llega a su fin y el controvertido escritor acabará formando un partido político en Rusia, el Partido Bolchevique. Antes ha conocido al filósofo Alex Duguin un hombre cuya extraordinaria erudición deja fascinado a Limónov. El hecho de que Duguin no tenga reparos en autocalificarse como un fascista, no es un problema para Limónov, ya que él es un poco de todo y le gusta moverse en los extremos y la «verdad total».

Duguin y Limónov montarán el partido y comenzarán a publicar el panfleto «Limonka» (granada) el cual se las arreglan para que llegue a pequeñas provincias donde poco a poco van ganando adeptos. El Partido Bolchevique llegará a contar con el tiempo con más de 7.000 militantes que se denominan nasbols. A pesar de todo, la carrera política de Limónov siempre estará marcada por la marginalidad y las minorías, con las que siempre se ha identificado y a las cuales además aspira a liderar para reinar sobre el mundo.

En Moscú, el Partido Bolchevique se reunirá en un mísero local situado en algún sótano perdido al que apodan, «El búnker» (guiño al mismo Hitler). Siguen publicando el Limonka aunque a Limónov le molesta cada vez más el desapego de Duguin que desaparece a la hora de la verdad. Como cuando en Rusia se trata de derrocar al régimen de Yeltsin cuyo gobierno empieza a ir a la deriva.

La revuelta es liderada por Rutskói y atrae a todo tipo de perfiles: desde comunistas a neonazis pasando por religiosos y punkis. Durante unos días se atrincheran en la Casa Blanca moscovita y se convierten en foco mediático global. Mientras tanto, los poderes fácticos de Rusia como Khodorkovsky reaccionan y dejan atrás sus diferencias para unirse y apoyar a Yeltsin y así asegurar sus negocios. En medio de todo este follón, Limónov trata de unirse a la revuelta pero comete el «fallo» de salir de la Casa Blanca, lo que le impedirá volver a entrar. Lamenta profundamente no estar en la primera fila de los acontecimientos, aunque conseguirá hablar con Rutskói al que acaba detestando. La revuelta acaba siendo aplastada por el ejército. Limónov consigue escabullirse y escapar por los pelos.

«Las Palmeras Mienten», 06.06.2016


«En la cárcel se vive mejor»

Reseña literaria de LIMÓNOV de Emmanuel Carrère (3) de (4)

Nuno Cobre

A estas alturas, Limónov está bastante cansado de tantos avatares y de pronto se le ocurre la idea de escaparse con algunos nasbols a Asia Central, con la idea de desconectar un poco pero también para ganar a gente para su causa. A Limónov le encantará esta región con aires místicos y donde conocerá a Zolotariov, un hombre que le introduce en la meditación, en el karma, y que acaba teniendo una gran influencia en su vida. Limónov y los nasbols básicamente se dedican a vivir en esta zona en contacto con la naturaleza mientras refuerzan su posicionamiento ideológico. Enamorado de esta región, Limónov volverá mas adelante para comprobar desolado que han asesinado a su amigo Zolotariov. Para mas inri, al poco todo el grupo de nasbols será detenido en esta región y Limónov enviado a prisión acusado de actividades políticas relacionadas con intentonas de golpes de estado.

Mientras tanto, en Rusia el gobierno de Yeltsin se derrumba y es ahora Putin el que ha tomado el control. Un Putin que había vivido con pesar la caída del comunismo y lamentado la aparición de esta «transición de choque» que ha disparado los precios y dividido a Rusia entre una minoría de ricos mafiosos y una inmensa mayoría pobre. Pero precisamente esta minoría criminalizada será la que aúpe a Putin al poder, que una vez en él traicionará a sus «amigos» para convertirse en el amo total de Rusia.

Putin no es partidario de volver a la época de la URSS, pero guarda un profundo respeto por la época soviética y todo lo que esta revolución significó para las generaciones anteriores. En realidad Limónov y Putin piensan de manera parecida, pero éste último nunca apoyará esa forma de hacer política, explícitamente agresiva y sin medias tintas del escritor.

En la cárcel, Limónov acepta desde el primer momento su destino y trata de sacarle el mayor de los jugos a la experiencia ya que en el fondo sabe que ese es el precio de la aventura, el coste de llevar una vida diferente. En el presidio convivirá con esa clase social marginal con la que tanto se identifica. Aquí comprobará una vez más la ambivalencia del ser humano, la imposibilidad de las verdades absolutas. Pasará más adelante a un campo de trabajo, el campo de Engels, donde sigue con su aprendizaje, recordando a Zolotariov, viviendo el presente, estando despierto en cada momento hasta el punto de alcanzar un día el nirvana mientras limpia un acuario. Poco después, el gobierno de Putin se acaba compadeciendo o quizás acaba conviniendo que lo mejor es soltar a este loco escritor para evitarse problemas y por tanto lo libera.

El escritor ruso ucraniano vuelve a salir a la calle donde acabará formando un partido con el famoso ajedrecista Kaspárov, «Nueva Rusia«, que fracasará estrepitosamente en su intento de acabar con Putin. A su vez, su novia ninfómana Natasha ha muerto de lo que parece ser una sobredosis, algo que destroza a Limónov. Y eso que Eduard se había echado una novia mucho más joven durante todo este periplo, una jovencita con aires punks a la que acabará dejando por una mujer A (que es como califica a las mujeres muy guapas Limónov) mujer que por cierto lo acabará abandonando.

El final del libro acontece con Carrère visitando a Limónov en Moscú, donde vive modestamente protegido por sus nasbols. Carrère entrevista a Limónov que se muestra frío, un tanto distante, muy ruso, fiel su personalidad. A estas alturas Limónov y Kaspárov son enemigos, el ruso ucraniano que ya es muy conocido en su país, pasa sin embargo de escribir y está más por la labor de llevar una vida más bien tranquila.

El libro acabará con Carrère recordando una vez que se fue con Limónov al campo donde le preguntó si se veía así en su retiro, en estas felices praderas. Limónov se ríe y contesta que más bien se ve en Asia Central. «Le va», apostilla Carrère.

Y ahora aquí va mi opinión.

Como dije al principio, desde que empecé a leer el libro no pude dejarlo. La prosa de Carrère se desliza con tal fluidez y suavidad que resulta imposible no dejarse llevar. Uno creería que el estilo del francés es sencillo y su escritura facilona, pero nada más lejos de la realidad: hacerlo fácil es muy difícil. Y Carrère lo hace fácil.

En cuanto a Limónov creo que lo «conocí» por primera vez visionando un video sobre los Balcanes al que ya me he referido aquí, Serbian Epics dirigido por Pawel Pawlikowski donde vi esas imágenes en las montañas de Sarajevo donde se dedicaba a disparar sobre la ciudad. Acto seguido indagué en google a ver quién era ese tipo, leí un poco de su biografía que atrajo relativamente mi atención y luego le perdí más o menos de vista. De hecho, Limónov a pesar de todo, sigue siendo un escritor relativamente desconocido (al menos fuera de Rusia) aunque parece que eso es lo que le va.

Seré sincero: nunca llegué a cogerle el puntillo a este Eduard Limónov. Algo que quizás tenga que ver con la famosa escena de la ametralladora en Sarajevo, la cual (a pesar de que ha podido ser manipulada como defiende Carrère) me parece sencillamente repugnante. Me da un poco igual que Limónov se justificase diciendo que no apuntaba a ningún civil, ya lo que cuenta es el gesto, la actitud, la disposición moral de plantarse en frente de una metralleta disparando o simulando que se dispara a una población civil. A mí que tanto me gusta el malditismo, pienso que escenas como éstas le hacen perder su gracia, aunque no por ello deja de perder su oscuro magnetismo.

Dicho esto, le reconozco sus méritos a Limónov: ha «triunfado», estamos hablando de él, lo ha conseguido. Además, ha vivido a su manera. A pesar de ello, desde un principio me pareció que lo que proponía Limónov al menos literariamente, ya estaba visto, suficientemente explotado por escritores de la talla de Henry Miller, Céline, Bukowski, Genet, Houellebecq o el mismo Marqués de Sade, autores por cierto que han escrito con una importante carga de negatividad encima, lo que me hace confirmar la teoría de que el negativismo está cargado de energía y creatividad. El mismo Limónov es un ejemplo, de estilo «fuck you» que tanto triunfó en el mundo contemporáneo a través por ejemplo del movimiento punk. Este radicalismo le sirve además a Limónov para suplir su falta de imaginación.

«Las Palmeras Mienten», 14.06.2016


«Democracia, derechos humanos y otras chorradas»

Reseña literaria de LIMÓNOV de Emmanuel Carrère (4) de (4)

Nuno Cobre

Otro mérito que quizás haya que poner en el haber de Limónov es el hecho de haber iniciado una nueva corriente literaria en Rusia de corte contemporánea, irreverente, brutalmente sincera y que rompe por las malas con todo ese legado de literatura rusa densa capitaneado porTolstoi, Dostoyevski, el mismo Chéjov y que renace con Solzhenitsyn. Limónov se aleja de todo eso, abre la línea del enfant terrible y escribe prácticamente lo que le sale de los cojones, incluso como le daba por el culo un negro, algo que parece haber sido el punto de inflexión en su carrera y el fogonazo de su popularidad, la mecha de la celebridad que siempre buscó. Y es que pareciera que Limónov es ese ser humano que se sacrifica por todos traspasando los limites humanos habidos y por haber, aunando todas las contradicciones que habitan en nosotros y expresándolas de manera libre y rotunda sin ningún tipo de ambages. Limónov se atreve a cruzar la línea, vive con ello y sobrevive.

Aun así, he de decir que a pesar de que Carrère lo define como una persona que nunca miente (o casi nunca) da las sensación de que algunas historias son un tanto exageradas, o bien muy centradas en el espectáculo, que era al fin y al cabo lo que buscaba.

Su posicionamiento político, tiene mucho que ver con su forma de ver la vida y por ello no le importa absorber todas las contradicciones humanas, todos los extremismos y alejarse de lo que considera pura hipocresía o lo que es lo mismo, la democracia, la neutralidad, los derechos humanos y “otras chorradas” parecidas relacionadas con lo políticamente correcto.

Da la sensación de que Carrère coincide con esta forma de ver la vida. En efecto, parece como si el escritor francés estuviera cansado de lo que él llama “las mentes sutiles”, o lo que es lo mismo, el típico intelectual de izquierdas que tiene una opinión (seguramente incorrecta para los cánones sociales) que no se atreve a manifestar ya que vive constreñido por la declaración de los derechos humanos, lo políticamente correcto, escudándose por ello en esa mágica frase de “es complicado”.

Carrère hace gala por otro lado de una humildad y una sinceridad tan brutal que lo hacen incluso más auténtico que Limónov. Tanto es así, que disfruté más con los fragmentos que el escritor se dedica a sí mismo (escasos renglones donde refiere a su vida aburrida de burgués parisino además de reconocer sus limitaciones literarias) que con la parte dedicada a Limónov que viene a ser el objeto del libro. Y es que no acabo de creerme del todo a Limónov y por el contrario me creo a Carrère a pie juntillas.

En otro orden de cosas, las reflexiones de Carrère, los retos intelectuales que plantea, no sólo hacen referencia a Limónov sino a la posición del hombre en el mundo, además dar un repaso a la Rusia de las últimas décadas.

De alguna manera se viene a decir que el hombre es incoherente por naturaleza, que el hombre es presa de los más terroríficos pensamientos, incluido el gusto por el espectáculo de la guerra, pero que casi nadie se atreve a expresarlo de esa forma puesto que va en contra del imperante e hipócrita pensamiento de lo políticamente correcto. Por eso le gusta la sinceridad de Limónov. El ruso representa todos los males y las virtudes del hombre y los escenifica en la vida real. Quizás por eso haya tenido su seguimiento, porque mucha gente se refleja en él, o al menos en algunas partes de esta personalidad ‘poliédrica’.

Respecto al comunismo, Carrère dice que cae gracias a la liberación de la historia, o lo que es lo mismo, debido al descubrimiento de las brutalidades llevadas a cabo por el régimen soviético, especialmente durante la época de Stalin, brutalidades que deja al descubierto Solzhenitsyn en su clásico Archipiélago Gulag. De manera que si se mira con perspectiva, parece que el comunismo cae más bien por culpa de Stalin que de Gorbachov.

Aun así, a la idea utópica del comunismo, se la mira con esa cierta nostalgia intelectual. Es decir, el hombre honrado (y también por qué no decirlo, ‘políticamente correcto’) no puede estar a favor de una dictadura, pero sí que congenia con los ideales marxistas de igualdad, de redistribución y al fin y al cabo con el proyecto de un mundo mejor, de una utopía.

Son hombres que en definitiva no les gusta lo que pasó después de la caída del bloque socialista: el triunfo del capitalismo salvaje, la ‘democracia criminalizada’ que se instauró en Rusia. Actualmente la izquierda aún anda en esas, buscando su sitio, su lugar que va encontrando expresión en unos movimientos ciudadanos cada vez más poderosos. En el caso de Rusia, esta nueva corriente puede aglutinar a gente de todas las ideologías y extremos.

Dicho esto, seguramente será complicado de momento contradecir a ‘lo políticamente correcto’, que al fin y al cabo es el resultado de un establecimiento de valores nacidos al calor de abusos pasados. Empezar a legitimar o ‘entender’ los extremismos, justificar la dualidad humana podría llevar a transitar caminos insospechados donde tal vez la impunidad reinaría peligrosamente a sus anchas. O no.

Cambiando de tercio, hay que decir Carrère demuestra ser un gran conocedor del mundo ruso, su trabajo de documentación es encomiable, ahí se nota también su formación de politólogo. De ahí que estos factores entre otros, hicieran que Limónov tuviera muy buena aceptación por parte de la crítica como había obtenido por ejemplo con otras obras como El Adversario. Limónov le llevó a ganar a Carrère el Prix des Prix como la mejor novela francesa, el Premio Renaudot y el Premio de la Lengua Francesa. Asimismo, con este libro, Carrère sigue desarrollando una carrera artística polifacética que lo hacen saltar del mundo del cine y los telefilms al de la literatura con naturalidad.

Por último, me gustaría destacar la buena traducción de Jaime Zulaika, casi perfecta, aunque creo que tampoco era un libro muy difícil de traducir. Decir que hay unas cuantas erratas en el libro, al menos yo vi unas seis, supongo que el equipo corrector de Anagrama ya se habrá dado cuenta. Estos fallitos no estropean en absoluto este magnífico libro.

En definitiva, lean Limónov, reflexionen y disfruten. Ah, y no se olviden de intentar cambiar el mundo.

«Las Palmeras Mienten», 20.06.2016

Eduard Limonow

Original:

Nuno Cobre

«El poeta ruso prefiere a los negrazos»

// «Las Palmeras Mienten» (es),
02-??.06.2016