»LIMONOW«


von
Emmanuel Carrère



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Eduard Limónov, el último maldito: el escritor detrás del mito

Roberto Careaga

Llegan dos novelas del autor ruso inmortalizado en en libro Limónov.

Lleva un pesado en anillo en el dedo medio de la mano derecha, los mismos lentes gruesos de tantos años, la barbilla, el bigote. Su pelo está enteramente blanco. A a su lado, una joven desnuda da la espalda. Es su novia. Atrás, dos gorilas al modo de guardaespaldas. Eduard Limónov se queda quieto y mira fijo a la cámara de la revista Rolling Stone de Rusia. Es un escritor, es un político, también es una estrella de rock. Termina 2012 y él es uno de los rusos del año.

Ladrón, vagabundo, sirviente, poeta, novelista y soldado, en Moscú Limónov (1943) es, sobre todo, el líder del Partido Nacional Bolchevique, un grupo ilegal de nostalgia soviética, furioso enemigo de Vladimir Putin que hoy reclama a Kiev para Rusia. Acusado de terrorismo, estuvo preso dos años, entre 2002 y 2003. Salió con varias novelas bajo el brazo que, según ha dicho, han vendido millones de ejemplares en su país. Cuando en 2006 apareció por primera vez en la portada de Rolling Stone, iba con un look a lo Superman con la hoz y el martillo en el pecho.

Celebridad en Rusia, en Occidente Limónov es, gracias al escritor francés Emmanuel Carrère, un fascinante personaje literario que en su salvaje peregrinaje por Nueva York y París, en los 70 y 80, encarna todas las contradicciones de la decadencia y caída de la Unión Soviética. Su libro se llama simplemente Limónov, es una biografía, y cuando apareció en 2011 en Francia se convirtió de inmediato en la sensación del año. Cuando en 2012 apareció en español, también fue un impacto: como si no bastara con la venturosa vida de Limónov, Carrère lo convierte en un mito que sintetiza todos los espasmos del mundo en el fin de siglo.

«Limónov fue un gamberro en Ucrania, ídolo del underground soviético, mendigo y después ayuda de cámara de un multimillonario en Manhattan, escritor de moda en París, soldado perdido en los Balcanes y ahora, en el inmenso desmadre del poscomunismo, viejo jefe carismático de un partido de jóvenes desesperados. El mismo se ve como un héroe y se le puede considerar un canalla», anota Carrère al inicio de libro.

Un punk en guerra

Pero antes de Carrère, estuvo el propio Limónov. Como escritor, su vida ha sido su principal fuente. Ahora llega por primera vez una muestra de ese autor: la librería Metales Pesados trajo a Chile dos novelas del ruso, originalmente editados en 1991 y 1993: Historia de un servidor e Historia de un granuja, respectivamente. Menos reflexivas que el libro del francés, son pura energía. Recuerdos de un exasperado que busca la verdadera acción mientras malgasta su juventud en alcohol, poesía y sexo.

«Había otra opción: la locura, la explosión, largarse a Beirut o Latinoamérica, a lugares donde hubiese focos de conflicto, pasearse con una metralleta en la mano y, por último, recibir un balazo en la frente por una causa que nos es ajena, que apenas o en absoluto compartimos», escribe Limónov en Historia de un servidor, recordando lo que pensaba en 1979 en Nueva York. «Nunca he tenido miedo a la muerte. Más bien temo a lo incógnito. Ese es mi punto débil, mi talón de Aquiles. Yo soy una persona ambiciosa, la ambición me devora. Todo por la gloria», agrega.

Ese libro fue el segundo que publicó fuera de su país, en Francia, y narra el año que pasó como sirviente de un tal Steven Gray, un millonario que le dejaba al cuidado su mansión en Nueva York. Limónov terminó ahí tras años turbulentos: luego de dejar Moscú, en 1974, empezó sus días neoyorquinos colándose en fiestas con Andy Warhol y Lou Reed y hablando de tú a tú con el futuro Nobel Joseph Brosdky, para luego de un quiebre amoroso caer a la calle alcoholizado, mezclarse con los vagabundos y tener sexo callejero y sin sentido con ellos. Lo salvó una pareja homosexual cuando él también creía serlo.

Un golpe de suerte lo llevó donde Steven Gray, un hombre culto y esnob que se fascinó con tener un poeta soviético como sirviente. Fue él quien leyó su primera novela, le consiguió un agente y, más importante, se la dio a leer al poeta disidente Yevgueni Yevtushenko, quien a su vez se la recomendó al poeta beat y editor de City Lights, Lawrence Ferlinghetti. Se llamaba Soy yo, Ed, y contaba sus días más oscuros en Nueva York y aunque al beat le gustó, no la publicó. No importó: Limónov ya era leído en Francia.

Finalmente, la novela fue publicada en París, en 1989, por Jean-Jacques Pauvert, el sello editor del Marqués de Sade, con el nombre de El poeta ruso prefiere a los negrazos. En ese momento, Limónov se mudó a Francia y envuelto en la estética punk, conquistó a la intelectualidad gala. A veces, dedicaba sus libros firmando «el Johnny Rotten (líder de Sex Pistols) de la literatura», hablaba pestes de Solzhenitsyn, conquistaba duquesas y, sin asco, defendía a Stalin. Escritor de culto, a inicios de los 90 espantó a esos mismos que lo adoraban al convertirse en un soldado. Siempre estuvo sediento de una guerra. En un documental de la BBC sobre el conflicto de los Balcanes, se le puede ver junto al líder serbio Radovan Karad?ic acusado de genocidio, disparando un rifle en Sarajevo.

«Es verdad que el éxito de Carrère me ha ayudado, pero yo también le he ayudado a él. Nuestra pareja es similar a la de Régis Debray y el Che Guevara», decía Limónov en una entrevista reciente. Nunca ha dicho si le gustó el libro, tampoco ha querido desmentirlo. Ya no le interesa Francia. Está preocupado por la «dictadura de mentiras» que, dice, ha construido Putin. Si tuviera que elegir, moriría asesinado: «Sería mas digno».

Carrère, el creador de la leyenda

Hijo de la historiadora soviética Hélène Carrère d’Encausse, Emmanuel Carrère (1957) es actualmente uno de los principales narradores franceses. También es cineasta. Compañero de generación y amigo de Jean Echenoz, la biografía Limónov terminó de consagrar su carrera: por ella ganó el Premio Renaudot y el Prix des Prix en 2011.

Autor de varias novelas, como Una novela rusa y De vidas ajenas, Carrère publicó su primera biografía en 1993: Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos, sobre el escritor de ciencia ficción estadounidense Philip K. Dick. Fue, sin embargo, con otro personaje real que ganó fama: en El adversario cuenta de Jean-Claude Romand, que después de 18 años de engañar a su círculo cercano mató a su esposa, sus dos hijos y sus padres, en 1993. Carrère lo entrevistó varias veces por carta para su libro, el cual fue llevado al cine por Nicole García.

Con Limónov la relación fue más cercana. Presentados por primera vez en los 80 en París, Carrère viajó a Rusia antes de escribir el libro. Hasta hoy tiene una relación cordial: «Lo aprecio, lo respeto, pero es que viene a ser mi auténtico antagonista. Y me alegro de que afortunadamente no tenga posibilidad de alcanzar nunca el poder», dijo el francés, que en el fin de su libro compara a Limónov con el mismo Putin.

A tres años de publicar dicha biografía, lo único claro para Carrère es que ya no volverá a la novela: «Escribí ficción, pero lo dejé, y ahora no lo hago. Ni quiero ni puedo. Lo que me interesa en este momento se mueve fuera de la ficción». Sin embargo, en octubre se lanzará en español una novela de su autoría, Una semana en la nieve. Un rescate: fue publicada en 1995.


«La Tercera», 26.07.2014

Eduard Limonow

Original:

Roberto Careaga

Eduard Limónov, el último maldito: el escritor detrás del mito

// «La Tercera» (es),
26.07.2014