Eduard Limónov «El hombre sin amor»

Eduard Limónov

El hombre sin amor

/ traducción y notas de Tania Mikhelson y Alfonso Martínez Galilea
/ colección: «La principal» (nº 23)
// Logroño: «Fulgencio Pimentel», 2020, cartoné, 290 p.,
ISBN: 978-84-17617-16-5 (de la edición papel),
ISBN: 978-84-17617-61-5 (de la edición digital),
размеры: 207⨉159⨉27 мм

El hombre sin amor es la antología de los mejores relatos de Eduard Limónov, preparada solo unas semanas antes de su muerte. Estos ocho fragmentos de vida corresponden a un periodo muy concreto de la biografía de su autor y conforman algo parecido a una novela del desamor, o mejor, del desencuentro con el amor, mientras que el astro solitario que puebla sus páginas sería el héroe lírico que bascula día a día entre el éxito y la indigencia, entre el estupor y la venganza, entre la euforia de la carne y la sed de supervivencia.

Incluido en el apéndice del libro, Corpus L. es una acercamiento insólito a la figura del autor ruso. Tania Mikhelson parte de la supervisión minuciosa de los relatos presentes en el libro para entregarnos la más lúcida reflexión acerca de las pasiones que arrastraron a Limónov, más allá de su oficio literario; más allá, incluso, de su propio periplo biográfico; muy cerca del Hades primigenio donde moran los demonios que fuimos y —a eso nos exhorta el autor— que podríamos volver a ser.

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Nota a la edición

Todos los textos recogidos en este libro fueron escritos en París entre 1985 y 1992, y publicados a partir de 1985 en distintas revistas y antologías. No existe un canon ordenado de la narrativa breve de Eduard Limónov que pueda servirnos como referente para datar dichas publicaciones, pero es importante mencionar sus colaboraciones en revistas como Playboy y Rolling Stone (ambas en edición francesa), así como las colecciones de relatos Ecrivain international (Le Dilettante. París, 1987), Des Incidents ordinaires (Éditions Ramsay. Paris, 1988), Коньяк «Наполеон» (Coñac Napoleón. M. Michelson. Tel Aviv, 1990), Великая мать любви (Gran madre del amor. M. Michelson. Tel Aviv, 1994) y Американские каникулы / Обыкновенные инциденты (Vacaciones americanas / Incidentes ordinarios. Amipress. Moscú, 1999).

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Corpus L.

por Tania Mikhelson

Puedo aguantar al otro en mi mente
un minuto, poco más. Después, lo dejo.
Raros son quienes merecen
seguir en mi sesera más de eso.

El resto del tiempo soy yo.
Me canto, me sobo, me mimo,
me acerco a darme un beso,
me alejo para verme bien de lejos.

Examino a fondo cada prenda
que me cubre. Arreglo mis camisas
hasta la más minúscula costura.
Deseo ver mi espalda y me alargo,
me alargo... y no me alcanzo:
me ayudaré con dos espejos
y daré con el lunar que anhelo,
que llevo tanto acariciando.

No, tarea es imposible
llenar mi mente de los otros.
¿Quiénes son? Las caras se deslizan,
agitando brazos, se disuelven
y se alejan, manchas blancas.
En cambio, a mí, me tengo siempre.

(1969)

Esta nota fue concebida como una posible respuesta a las quejas de Eduard Veniaminovich. ¿Por qué demonios —casi oíamos su voz quebradiza—, de entre unos ochenta relatos magníficos, se nos había ocurrido seleccionar estos ocho textos?

Puede que le dieran igual nuestras explicaciones; en todo caso ya no tenemos a quién dárselas. Simplemente, estos relatos nos gustan más, quizá porque conforman un espacio que trasciende a su autor y a sus posibles lectores, un espacio donde nadie es igual a sí mismo, donde el escritor no está solo, y nosotros tampoco. ¿No será eso la literatura?

Hay que ser francos: Limónov dejó demasiados poemarios, novelas, ensayos y colecciones de cuentos. Aún en 1980, se da su palabra de vivir de la escritura, pero también dentro de ella, rehuyendo toda experiencia incapaz de proporcionarle material literario. En la vida, como en la literatura, todos los géneros son buenos excepto los aburridos. Y Limónov los barajó y los probó sin prejuicios, cambiando de género cuando este empezaba a cansarlo; es decir, a fallarle como estrategia vital.

Estos relatos, escritos en París entre 1985 y 1992, abarcan un decenio de su vida nómada, y el corpus de los textos del autor permite datar la acción de cada uno con bastante precisión:

El día de la madre se desarrolla al anochecer del 7 de mayo de 1977, poco después de que Limónovse instalase en el hotel Embassy.

En septiembre de 1980, conoce en Londres a la vieja Belleza que inspiró a un poeta.

La acción de la Gran madre del amor tiene lugar en París, entre diciembre de 1980 y abril de 1981.

En mayo del mismo año, Limónov se desplaza a California, donde transcurre la primera mitad de sus Vacaciones americanas; la segunda transcurre en Nueva York y corresponde a dos relatos: Night souper y El doble, ambos situados en algún fin de semana del caluroso agosto de 1981 (la sesión televisiva en el hotel Latham es sin embargo un anacronismo, y se desarrolla en 1986, cuando Limónov escribe el relato).

La acción de los dos cuentos restantes se sitúa en el período más próximo a su redacción: Coca-Cola, en noviembre de 1985; Vida privada, catorce meses después, entre las nochebuenas católica y ortodoxa. Limónov recupera a Natalia el 6 de enero de 1987.

Sin duda, el escritor confía más en su peripecia vital que en la imaginación, una facultad que incomodaba ya a Tolstói («avergüenza escribir acerca de todos esos hombres y mujeres que nunca existieron») y que defrauda a Limónov cuando asienta en ella sus argumentos. Pero el carácter más o menos documental de sus textos no lo obliga a prescindir de la licencia poética, ni de las distorsiones de la memoria, como tampoco de cierta tendencia al wishful thinking. Un amigo le preguntó: Eduard, ¿qué premio dignifica más al escritor, el otorgado a su novela o el que recibe una novela ajena que relata su vida? Limónov, prematuramente resentido con el comité del Nobel, no supo responder. Su gran proyecto fue una vida como ensayo de la escritura, y por eso los setenta y siete años de su biografía y sus ochenta y nueve títulos de desigual calidad literaria forman un todo, un cuerpo elástico cuyas fibras se entrelazan en una musculada coherencia, y a la vez componen nudos sólidos en forma de géneros literarios asociados a épocas concretas. La segunda mitad de los ochenta, esculpida en relatos, fue para Limónov la época de los bíceps.

Huelga decir que todos los relatos de Limónov comparten un protagonista homónimo. Todos están ambientados en un período y lugar de su biografía y, recogidos en orden cronológico, podrían componer una especie de «diario de un triunfador», bidimensional como una estampa en el espejo. No obstante, algunos episodios se reflejan en superficies más complejas, y Limónov sufre transformaciones inesperadas sin dejar de ser el Eddie que conocemos. Viaja y busca refugio, emprende luchas de las que no siempre sale bien parado. Trata de localizar el lunar cuya existencia intuye. Lo único que podemos hacer tras la lectura de estos relatos, y tras la muerte de su autor, es seguir palpando y rastreando lunares, definiendo de paso las formas de ese torso, de ese cuerpazo literario.

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